Tuesday, February 28, 2012

Los negros

–Como movilizan estos negros – dijo el hombre de camisa blanca y pantalón de vestir. Parado en la esquina observaba todo y nosotros lo mirábamos a él mientras rumiaba sus impresiones.

Los negros cantaban abroquelados, 700 hombres y mujeres con sus dedos en victoria, con el humo rojo de las bengalas subiendo hacia el cielo. Reforma agraria ya habían pintado a los apurones en una de las paredes blancas de los edificios. El aerosol azul, chorreante, dibujaba esa frase redentora que luego sería borrada por la brocha de algún empleado municipal y ya casi no sería pronunciada en el devenir del conflicto. Recorrían la plaza marchando en bloque, como barriendo el patio de su casa. Banderas con la cara de Eva, insultos a la oligarquía, la marchita vibrando su amenaza, su mensaje.

–Corrámonos de acá –dijo Flor después de escucharlo al camisado. Nos desplazamos por Avenida de Mayo, cerca del Cabildo. Conversamos con una pareja de compañeros que también andaban por ahí. Intercambiamos algunos comentarios que ya no recuerdo, aunque me viene a la memoria cierta desazón. Un rato después los negros comenzaron a retirarse, se volvían con la satisfacción de haber cumplido una misión. Las cacerolas habían callado, espantadas ante semejante atropello.

Fueron días de acecho y sacudones.

Los dueños de la tierra, una vez más, no pedían permiso.

29-02-12

Sunday, February 26, 2012

La "alternativa" de los 17


Por Emiliano Ruiz Díaz*. Artículo que, a partir de la presentación del documento “Malvinas: una mirada alternativa” por parte de 17 intelectuales, analiza el debate actual en torno a la soberanía sobre las islas.


Con previo anuncio en algunos medios, el jueves 23 de febrero un conglomerado de 17 personalidades entre las que se cuentan Jorge Lanata, Beatriz Sarlo, Luis Alberto Romero, Vicente Palermo y Emilio de Ípola dio a conocer un documento titulado “Malvinas: una mirada alternativa” y en el cual cuestionan la política oficial respecto del diferendo por las islas. Se trata en principio de un arco de intelectuales, periodistas y hasta algún político profesional situados mayormente en el liberalismo centroderechista, a excepción de alguna individualidad que insiste aún en mostrarse lindante con el universo progresista. Como parte de lo que rápidamente se puede definir como un momento de protagonismo de la palabra intelectual en las primeras planas del debate nacional, este grupo pretendía en un inicio presentar públicamente este escrito en conferencia de prensa, sin embargo la enorme tragedia en la estación de once que se llevó 51 vidas frustró el evento, morigerando así la repercusión de un texto que buscaba mayores ecos.

A falta de un visible bloque opositor en las filas de los partidos detractores del oficialismo (en este sentido el gobierno ha logrado una unidad en torno a su política) son entonces aquellos que se ubican en el lugar de una voz independiente los que han decidido tomar la iniciativa, algo así como “recoger el guante” que la disidencia de la partidocracia tradicional no se anima a tomar, quizás por convicción genuina en algunos casos, quizás por temor a la impugnación social en otros. De todas formas, a pesar de un claro afán oposicionista, el breve documento que consta de seis párrafos no llega a ser un mero panfleto y no deja de tocar algunos puntos en torno a los cuales en la presente columna de opinión me interesa reflexionar.

Si bien en 1982 y posteriormente algunas voces relevantes desarrollaron profundas reflexiones críticas respecto de la guerra ideada por el presidente de facto Leopoldo Galtieri (por ejemplo León Rozitchner en su libro Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia), es completamente cierto que, tal cual se afirma en la introducción del documento, nuestro país aún se debe un extenso y rico debate público acerca de lo que significó aquel episodio bélico de nuestra historia reciente. En este punto, la intervención de los 17 intelectuales señala una deuda interesante y pasa a embarcarse en su principal preocupación, la cual constituye una polémica compleja de desandar sin más: la defensa de los kelpers y su derecho a la autodeterminación. Aquí me interesa señalar que a pesar de ser un planteo incorrecto (la autodeterminación corre para pueblos de origen y no transplantados), no casualmente se pliega al principal argumento esgrimido por el Reino Unido en cada oportunidad que le toca defender internacionalmente la usurpación del territorio argentino. La complejidad que suponen casi 180 años de ocupación desvía inteligentemente el eje de la cuestión y coloca la disputa en el escenario de una población que no se encuentra viviendo en las Islas Malvinas hace 10 o 50 años, sino hace casi dos siglos, y con toda una historia de familias, costumbres, hábitos e identidades que en muchos casos anteceden en tiempo a grandes contingentes habitacionales de una Argentina, que sabemos creció prontamente en base a una inmigración principalmente europea. Obviamente, el colonialismo inglés que encuentra en este documento de intelectuales argentinos una coincidencia para nada menor, no hace su defensa a partir de aquello que resulta indiscutible, y verbaliza, hace su discursividad, tomando elementos que puedan presentar la cuestión en un terreno de mayores pliegues: sería insólito escucharlos hablar desde la defensa de una ocupación de hecho, el interés histórico por los recursos pesqueros y petroleros, el desarrollo de bases militares o las facilidades geopolíticas de un enclave en nuestro continente, cercano además a la Antártida. Del mismo modo, Estados Unidos no se dispuso a legitimar su invasión al pueblo iraquí bajo las premisas de la obtención del petróleo, sino de la defensa de la democracia ante la presencia de armas de destrucción masiva en aquel país. En este sentido el documento de los 17 es astuto y torpe a la vez: se mete con un tema complejo, ríspido, debatible, difícil de resolver de un sacudón patriótico, pero “pisa el palito” al hacer suya la línea oficial del Reino Unido, línea que es sólo un frente de argumentación de cara a la comunidad internacional y que nada tiene que ver con los reales y profundos intereses de la potencia.

Lo que el texto “Malvinas: una mirada alternativa” desconoce (y ciertas izquierdas también) es que la defensa de las Islas Malvinas por parte del estado argentino no es un tema distractorio azuzado por el “populismo” para engañar a la población (amén de que todo gobierno siempre busca capitalizar políticamente sus iniciativas), sino que constituye una cuestión soberana, de una pertenencia geográfica reconocida incluso por la ONU desde por lo menos 1965 y últimamente con nuevos bríos, por todo el continente nuestroamericano, tanto en declaraciones de organismos como la CELAC o como el ALBA. Pueden discutirse estrategias, señalarse los límites de los intrincados caminos de la diplomacia, pero no es cierto que estemos ante una cruzada nacional-chauvinista. Como señala Atilio Borón en unartículo publicado este domingo 26 de febrero en el portal Cuba Debate: “Ante la complejidad que tiene la lucha por recuperar a las islas es importante que en la Argentina se debata el asunto con la seriedad que se merece, sin patrioterismo pero también sin desaprensivos cosmopolitismos”.

La crisis económica internacional toca también al gobierno de Cameron y esto debe ser tenido en cuenta, sin embargo, no resulta ocioso recordar que el Reino Unido es una de las principales economías del mundo, forma parte de la OTAN y tiene posibilidad de veto en el Consejo de seguridad de la ONU. Cuestión para nada secundaria y que la “alternativa” propuesta por los 17 parece no reconocer. Esto, resulta de primer orden, porque no estamos ante un problema a ser zanjado entre dos naciones en abstracto, sino entre un país potencia y un país periférico.

Ante este escenario, la intelectualidad de izquierda, tiene una enorme oportunidad para salir a fijar una clara posición, defensora de la soberanía argentina sobre las islas, que se haga cargo de las complejidades del debate y sepa señalar que en todo caso la principal contradicción de la política oficial pasa, no por intentar la recuperación de las Islas Malvinas, sino por proponer una idea de soberanía en un país que sigue siendo dependiente y cuyos principales recursos naturales siguen en manos de grandes multinacionales que se llevan irrisoriamente lo que corresponde a nuestra nación y a nuestro continente. La emancipación, será, por supuesto, efectiva o triste caricatura.

26-02-12

*Artículo escrito para el portal de noticias Marcha


Friday, February 03, 2012

De salón



Me quité los zapatos en la sala de recepción y los apoyé a un costado, sobre un relieve de otros tantos calzados acumulándose. Por la cantidad de gente y la presencia notoria de vestimentas entre los asistentes advertí temprana mi llegada. Había algunas parejas entablando conversación en las mesas, grupos pequeños susurrando en los sillones, algunos hombres sueltos bebiendo una copa cerca de la barra, las gradas desocupadas, no mucho más.


Crucé el salón y asomé la vista en una de las habitaciones. En la penumbra, la vi sentada al borde de una de las camas. Presentí el destino. Intercambiamos algunas palabras amables con el rumor de fondo, el frenesí de las primeras risas de la noche. Cuando arribó el silencio, antes de retirarme la besé en la frente y ella sonrió. Al volver al salón noté hombros desnudos, el ruido saturante de todo lo que se movía y vociferaba. A cada uno de los lados del lugar, sobre las gradas enfrentadas, empezaban a sentarse varios. Bajando la mirada busqué ser inadvertido por algunos rostros de otras veces y a paso lento subí por las escaleras de mármol, pensando en el acto que vendría. Abrí las puertas de un viejo armario de chapas y saqué las alas. Estaban un poco gastadas pero aún eran útiles. Me asomé a la baranda y no hizo falta llamarles la atención, de boca en boca el salón entero me vio allí arriba. Tomé impulso y me eché a planear agitando apenas las alas para no perder altura. La gente se reía y los más nuevos aplaudieron. A la segunda vez, antes de lanzarme, vi los primeros cuerpos desprotegidos acercándose.


Al terminar los vuelos las habitaciones comenzaron a ocuparse, algunos entraban de a tres, otros de a cinco, otros juntados eran difíciles de numerar.


Un tanto agotado, guarde las alas en el armario y baje a tomar algo. En el salón quedaban pocos y había copas rotas en el suelo. Algunos se devoraban en los sillones. Me senté en la barra y sequé algunas gotas que salían de mi frente con una servilleta de papel. Prendí un cigarrillo. Pedí algo para tomar. Me estaba aburriendo de toda esa rutina. Cuando estuve lo suficientemente ebrio fui a recostarme sobre el montículo de zapatos en la recepción, que ahora parecía una montaña. Soñé con el fin del mundo, todo se inundaba.


Se puede afirmar que me despertó el silencio. Aunque a decir verdad un taco de aguja atravesado en mi espalda se había tornado incómodo. Todos dormían. Las mujeres desnudas en las gradas del salón no eran mi destino. Algunas roncaban más que los hombres. Recorrí a tientas varias habitaciones hasta que me pareció verla en una de las camas, dormida y abrazando a un hombre muy peludo. Le sugerí al oído un mensaje melancólico y abrió sus ojos y me trajo para sí. Empujo al peludo que ni se perturbó y completamente en cueros apoyo su sexo sobre el mío. No era ella, pero ya estábamos en cosa seria y buscaba que yo sacara. En ese instante, en el umbral de la puerta apareció y como para que ambos escucháramos dijo en voz alta lo que era cierto, que yo la había buscado pero que me conformé con la primera que se le pareciese.


Sentí culpa y abandonando a la impostora me incorporé para disculparme. Ella me dijo que fueramos a tomar unas copas y yo dije que sí.


03-02-12