Thursday, February 25, 2010

Relatos Completos de José María Arguedas


Los Relatos completos de José María Arguedas. Qué buenos que están. Vayan rapidito a Losada (calle Corrientes, enfrente del teatro San Martín) que quedan algunos ejemplares a 4 pe. Algunos cuántos más todavía hay de El sexto, novela también de Arguedas y también al mismo precio. La única que, dicen, transcurre íntegramente en ambiente urbano. En un presidio para ser más precisos. Porque parece que Arguedas estuvo preso y como Arguedas es de esos escritores que les gusta la ficción como medio para narrar la propia vida, aprovechó y se mandó dale que va con esto de la detención. Dicen que había estado agitando en una manifestación a favor de la República, en contra del fascismo, obvio. Y todo esto en Perú, en Lima. Porque Arguedas era peruano y también etnólogo (antropólogo digamos) y no tenemos que confundirlo con el otro. Porque sí. Hay otro. Hay otro Arguedas que se llama Alcides. Pero este último que no es del que venimos hablando y da cuerpo a estas líneas, era boliviano. Y para colmo fueron contemporáneos, y ambos vinculados al indigenismo. Pero el boliviano Arguedas recibió un premio de los fascistas italianos y el peruano Arguedas los detestaba y fue derechito a calentar celdas por no quererlos a los mussolinianos.
Cuando yo fui a Bolivia en enero de 2008 llegó un momento (pasado casi un mes) que tuve que volverme. Y entonces volví en micro con un señor boliviano en el asiento de al lado. Hablamos de varias cosas (política, costumbres, paisaje, etc) y en un momento hablamos de literatura. Y me dijo de Alcides Arguedas algo así como: "No se entiende la postura de Arguedas. ¿Los bolivianos somos Pueblo enfermo o Raza de bronce?". Trayectorias sinuosas las de algunos intelectuales. Lugones no solo hay en Argentina. Según parece, en cada novela plantea cosas dicotómicamente enfrentadas. Los títulos de estas obras del boliviano nos dicen bastante.
Pero volvamos al peruano. Volvamos a Arguedas, José María. Que al otro nunca lo leí y toco de oído. Les decía de los Relatos completos que son muy buenos y andan saliendo una ganga. Contiene diferentes cuentos, como Agua que narra una rebelión por la distribución de este elemento, frustrada. Parece que este relato, Agua, es de la etapa más clásicamente indigenista en Arguedas. Narra el enfrentamiento directo entre indios pobres y patrones feudales, "mistis" como se les dice en quechua. En realidad todos estos cuentos de Arguedas vienen por este lado. El odio por los que mandan, el odio por los que hacen y deshacen a su antojo, ultrajando mujeres, niños y hombres. Un odio de clase. Una forma de amor. Porque odiar al mal es una de las tareas del amor. En estos cuentos hay amor por la naturaleza en sus múltiples manifestaciones: las montañas, los ríos. los vientos, los árboles. Hay un amor por los animales: vacas que dan la leche, pajaritos que dan la música. Y dicen que libros como Agua son más ortodoxamente indígenistas. Y es verdad. Pero que quieren que les diga, me encantan. Por ahí de repente se cuela incluso un cierto vicio científico de explicarnos "objetivamente" alguna costumbre originaria. Pero no llega a empañar nada.
Arguedas nos cuenta la vida del indio pobre que trabaja para el patrón. Y por lo general lo hace en primera persona y desde la visión de un niño. Niños con diferentes nombres en cada cuento que sin embargo parecen ser siempre el mismo niño, esa especie de Arguedas infante. La mirada de estos niños (por lo general huérfanos y mestizos) se lanza cruda e ingenua a todo el vivir cotidiano del andino mundo. Los relatos de Arguedas condensan experiencias y aprendizajes. Quien haya leído estos cuentos o Los ríos profundos (dicen que su mejor novela, heterodoxamente indigenista) podrá quizás pensar en Roberto Arlt y El juguete rabioso. Arguedas escribe muchas veces El juguete rabioso peruano.
Y para sumar cosas veamos lo siguiente. Silvio Astier, protagonista de la novela de Arlt, simula un suicidio, o no se anima, no queda claro. Y Arguedas si se animó y se quitó la vida. Igual que Lugones. Se pegó un tiro en el baño de una Universidad. Y agonizó unos cuántos días, unos cinco. Y como si se tratara siempre de mezclar la propia obra con la propia vida, me contaron el otro día que su intención de terminar con todo quedó incluída como capítulo dentro de novela póstuma, El zorro de arriba y el zorro de abajo. La empezó a escribir como ensayo antropológico, la siguió como literatura y la terminó como carta de explicación y despedida. ¿Curioso no?
En fin, hay mucho más que decir pero no sé muy bien como seguir.
Les recomiendo a José María Arguedas. Los que lo leyeron podrán comentarme algo.
Y es que acabo de descubrir algo. Con Arguedas pasa algo importante. Hay algo ahí que no nos podemos perder. Toda su obra es relevante. Lo sé aunque todavía no la haya leído por completo.
Todavía.

Friday, February 12, 2010

Sobre La Náusea de Sartre


No lo recomiendo. Según he averiguado en internet, es una novela que escribió Jean Paul Sartre a la edad de 26 años. Allá por el año 1931 y con varias correcciones posteriores hasta 1938 en su edición definitiva. Parece que en todo este periplo la novela perdió como cuarenta páginas. Sartre la fue modificando hasta dejarla tal cual la podemos leer hoy si accedemos a ella de algún modo.
La novela me resultó aburrida e intrascendente (aunque no sea exactamente aburrida ni intrascendente). Llegué a ella porque estaba entre los libros de mi suegra. Y yo hace rato que tenía ganas de leerla. Anteriormente había leído La muerte en el alma perteneneciente a esa especie de trilogía llamada Los caminos de la libertad, también de Jean Paul. Esa novela me había gustado mucho más. Quizás, y esto es obvio, hay algunos parecidos con La Náusea. Pero no pasan de ser cosas típicas del universo existencialista: crisis de sentido, angustia, la responsabilidad de elegir, venimos arrojados a un mundo que no elegimos, el compromiso ante esto, etc.
En La muerte en el alma aparecían algunos dilemas interesantes como la responsabilidad del intelectual comprometido de decir siempre la verdad, su verdad, más allá de las repercusiones concretas que esto pudiera tener en una coyuntura determinada, habitada por los pliegues de la política y la guerra. ¿Y si decir la verdad fuera funcional al enemigo? Algo de esto había en este libro. Quizás a veces se debiera mentir para defender lo más justo de lo más injusto. Sucedió mucho esto a los comunistas de todo el mundo con Stalin. Le sucedió al mismo Sartre. Les sucede a los kirchneristas con el Indec, por ejemplo. En realidad, La muerte en el alma transcurre durante la segunda guerra mundial y La Náusea es anterior. Quizás mas empapada por la post guerra (que aún no sabía que sería la entreguerra) y la crisis capitalista mundial.
La Náusea me aburre. La vengo leyendo un poquito todos los días hace como dos semanas. Y solamente en el colectivo. A veces ni la leo. Se trata de un tipo que está escribiendo un libro sobre un personaje histórico del siglo XVIII creo, en Francia. En realidad lo que nosotros como lectores podemos abordar es el diario de este tipo, que se llama Antoine. Y el tipo esta angustiado, se pregunta por el sentido de las cosas y no se lo encuentra, vaga por bares, calles, museos y lugares en general. Observa y analiza. Hay días que apenas escribe en su diario. Se aburre. Abandona la investigación sobre el personaje histórico. Hay otro tipo al que el narrador llama el Autodidacta: un ser miserable que ha decidido pasar todos los días casi todo el día en una biblioteca leyendo diferentes obras en orden alfabético. Dice ser humanista y socialista. Es un ser patético. Y según leí en Internet (aún no terminé todo el libro, me quedan como 50 páginas) posee inclinaciones pedófilas. Un bufarra. Imagínense el resto. Algo de todo esto le da, digamos, clima a esta novela de uno de los intelectuales más importantes del siglo XX.
La primera vez que escuché hablar de La Náusea fue en boca de una chica que conocí en un camping en Tafí del Valle, provincia de Tucumán. Recuerdo que me dijo algo así como: "obras como Las moscas y La Náusea me quitan las ganas de vivir". La piba tenía en aquel momento unos 30 años y se había licenciado en Filosofía. Me pareció muy inteligente, yo apenas tenía 19 años y si ahora no sé nada, imagínense que antes menos aún. Nada grave. Nada que no se pueda acompañar con un poquitín de retórica. Después esta chica se me tiró y supe zafar sin estilo. Pero tampoco faltándole el respeto. Al fin y al cabo, dentro de ciertos límites, obvio, no sucedió nada malo y es esperable que cosas como estas le pasen a uno. Sea del lado que toque.
Lo importante es que desde ese entonces me quedaron ganas de leer La Náusea y la verdad es que no me cabe mucho. Quizás en otra época de mi corta vida hubiese gozado estúpidamente de un personaje tan deprimente. Sino miren como se llama este blog y se van a dar cuenta (Está de Penumbras).
Hay otro librito de Sartre que también leí alguna vez (me lo prestó una amiga, Laura) que se llama "El existencialismo es un humanismo". Está bueno. Este si lo recomiendo. Creo que era una conferencia que dio Sartre una vez. Ahí rebate la idea de que el existencialismo es una mirada pesimista o nihilista de la realidad y llama a la acción. Es interesante. Por ahora, en La Náusea, no encontré el llamado a la acción. Pero bueno, recuerden que todavía no lo terminé y en una de esas aparece algún fusil al final. Por decir algo. ¿Recuerdan el final de Los soñadores de Bertolucci? Me encanta esta película. Es sobre el mayo francés. No es existencialista, pero después de mucha paja mental y sexo bizarro entre cuatro paredes, los protagonistas (mayofrancesistas) salén a tirar molotvs a las calles para enfrentar a las fuerzas represivas. A las barricadas!! dice una canción de la guerra civil española. Bueno. Por ahí algo de esto pueda suceder en la novela. Aunque no creo.
Bueno, esto es todo por hoy. Podría decir más pero ya es suficiente (o demasiado).
La idea es volver al blog. Cervini también volvió (www.quememeteslamano.blogspot.com). Y voy a hacer siempre esto. Comentarles un poco el libro que estoy leyendo. Quizás sirva. Quizás no. No importa. El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo.