Wednesday, October 31, 2012

Las cintas perdidas con la venganza de Nacho




Nacho toma la delantera con la pelota en sus pies y en el mano a mano deja que la redonda se le escabulla errática para sacar de su ropa interior una navaja con la cual ensarta al arquero, del cual necesitaba –después lo explicaría– vengarse. Luego, como si nada hubiese pasado, volviendo a guardar el arma ahí dentro, vuelve a su puesto de defensa y como si festejara un gol, choca las palmas con su hermano Mauro, que juega en el mismo equipo que él. Un fulano de los contrarios, mientras su arquero se desangra y la hinchada brama enloquecida, se le planta, lo interpela con un grito importante. Sin conseguir respuesta verbal alguna de Nacho, el fulano recibe a cambio una trompada seca –de esas que desmayan– y termina despatarrado en el suelo, sin posibilidad aparente de recuperar el equilibrio en lo inmediato.
Si uno mira las imágenes nota que Nacho actúa con frialdad, casi como un refinado caballero vistiendo su casaca negra de mangas blancas, sin sobresaltos emocionales, como quién ejecuta a la perfección lo planificado previamente. Por el contrario, en la entrevista que luego le harían para la televisión deportiva, recordando aquellos sucesos, uno puede observar que Nacho se muestra excitado, regocijado con aquella violencia ejercida, que mientras mandibulea, asegura fue una cuestión que no se podía evitar, casi una necesidad para la cual debía nacer un derecho. Llama la atención vislumbrar la fascinación extraviada en sus ojos mientras narra los hechos de ese partido, del cual, aclaro por otra parte, no sé tienen más registros que los que acabo de mencionar aquí. Hay todavía –y no quiero ponerme protocolar– toda una tarea investigativa por delante para desarrollar, porque esas cintas así sueltas, con esos minutos de grabación aislados, no nos permiten saber más de lo que se puede contar acá en tan pocas líneas. 
Pido las disculpas del caso, apenas puedo llamar la atención sobre el evidente contraste entre un momento y otro, el de los gélidos hechos en sí y el posterior relato jadeante.

31-10-12