Monday, March 26, 2007

Sobre el primer disco de Rata Blanca

A Nahuel, semental y porteño.







El primer disco de Rata Blanca lleva el nombre de la banda y se editó en el año 1988. No sólo puede considerarse el mejor o uno de los mejores discos de heavy metal de Argentina, sino que además merece ocupar un lugar dentro de la lista de las fundamentales obras del llamado rock nacional. Desde la salida de su primer disco, Rata Blanca ha trazado una historia irregular y por momentos cuasi- ridícula en la historia de la música local y sin embargo, cada una de las nueve canciones que conforman su primera producción sorprenden por el grado de calidad y madurez compositiva, cualidades por lo general atípicas en una opera prima. Hasta ese tiempo, la escena heavy nacional sólo podía ofrecer con relativo orgullo el rock and roll áspero de Riff y la furia intuitiva de V8. También algunas otras bandas como Kamikaze o Alakrán habían brindado muestras de cierta evolución, pero basta con escuchar hoy sus discos para entender que más allá de algunas buenas composiciones no llegaron a despegarse de la burda imitación o la escasez creativa.
Por aquella época Rata Blanca estableció un hito fundante que significó la posibilidad de incluir definitivamente al rock pesado en la galería dorada de la escena nacional. Lo que siguió después, resultó en un curioso recorrido inverso al tradicional: tras la aparición de un contundente LP, advino una fascinación desmesurada por Deep Purple, Ingwye Malmsteen y por sobre todo Rainbow, la genial banda de Ritchie Blackmore. Fascinación que redundó en una serie de discos con un norte demasiado al norte como para hablar solamente de influencia y no ya de plagio. “Magos, espadas y rosas” es una perfecta copia de Rainbow y no hay lugar para el disimulo. Claro que cada cual puede quedarse con la parte que prefiera, perfección o imitación.
Si bien “Rata Blanca” huele a Blackmore (solos rápidos, voces agudas, letras hechiceras, un castillo violeta tirando a púrpura en la portada, etc.) la cosa es bien distinta. La influencia está, se reconoce, pero hay mutación, hay elaboración, el puntapié de Purple sirve a los fines de generar un disco con sus especificidades y un tono fresco, original. Si canciones como “Solo para amarte”, “El sueño de la gitana” o “Preludio obsesivo” rozan las profundidades púrpuras, otras composiciones como “Chico callejero”, “Gente del Sur”, “La misma mujer” o “Rompe el hechizo” respiran en la superficie de la fuerza creativa y conforman un conjunto inconseguible, figuritas difíciles de un álbum distinto. Mención aparte merece “El último ataque”, canción que dura unos ocho minutos y es probablemente la más experimental y lograda de toda la historia de la banda.
Los aportes del disco van de lo curioso a lo tradicionalmente valorado.
Lo curioso:
- Excepto en breves pasajes, Saúl Blanch (un “raro inédito”) canta todo el disco utilizando la técnica del falsete.
- Las canciones se prolongan, se dilatan fundadas en la proliferación de distintos pasajes musicales. Hasta ese momento, el heavy argentino (y una parte del rock nacional) no pasaba de los cuatro minutos de duración por canción, y si lo hacía se tornaba monótono.
- El debut de Walter Giardino, significa la irrupción de una figura inexistente hasta entonces: el guitarrista héroe, virtuoso, soberbio, con delirios de grandeza.
- La soberbia de Giardino desemboca en la inclusión de “Preludio obsesivo”, un solo de guitarra furioso, excepcional para el país, acompañado en el inspirado final de un colchón de teclado monasterial. Lejos de ser original, Giardino explotó la inexistencia de canciones de este estilo en la música argentina y supo sorprender a varios con el producto.
- Letras que hablan de hechizos, gitanas, brujos, reyes, poderes sagrados y tópicos inspirados en Rainbow, pero hasta entonces jamás desarrollados. Era mas frecuente la denuncia social sin vacilaciones de Iorio o el surrealismo hippie de Spinetta. De todos modos pasajes como brujos y brujas a tu lado están son los que hacen el mal, yo los vi cuando atacaron mi hogar permiten pensar en cifradas palabras en referencia al terrorismo de Estado.
Lo tradicionalmente valorado:
- Complejidades melódicas, perfección técnica. El metalero deja de ser un “cabeza” para transformarse en un señor que puntea prolijo y admira a Mozart. Las canciones se hacen difíciles de tocar e imposibles de cantar para el humano promedio. Hay muchos acordes y velocidad de relojito acelerado.
- Sonido con las dificultades del momento, pero natural, rabioso. Está presente la “virginidad” de la primera toma. Elemento muy buscado hoy, entre tanta edición y producción rimbombante.
- Cambios inesperados, largos pasajes instrumentales e incluso dos canciones instrumentales. Una de ellas, “Otoño medieval” grabada con guitarras españolas y con una lograda correspondencia entre el título y el clima producido.
- Letras de las llamadas “comprometidas” que establecen un equilibrio con la fantasía pseudo-medieval. Se condena la absurda guerra de Malvinas, se le canta en tono idealizante a la bohemia de los jovenes que vagabundean las calles desobedeciendo al sistema. Resultantes de una democracia naciente: anarquismo contenido y la crítica a la violencia injustificada.
“Rata Blanca” es desde su arribo, un disco imprescindible, antológico. Fácil es reírse hoy de la melosidad de Angel, ella es un ángel y condenar a los putos de pelo largo. A veces, determinados artistas de talento no pueden sostener el nivel creativo durante toda su carrera y es sin dudas lo que le sucedió a la banda oriunda del Bajo Flores.
Yo, en secreto, disfruto de que la mayoría del mundo no sepa que existe un disco precioso y diez años después de haberlo escuchado por primera vez sigo disfrutando de cada riff, de cada agudo épico.
Mi amigo y yo sabemos de esto, del castillito que fulgura en la colina y emociona. Espero que algunos mas se sumen a este secreto y puedan regocijarse, compartirlo.
Que viva la rata.

Sunday, March 11, 2007

Beverly


Abro los ojos y veo el cielo rojo. Bien rojo. Ni rosado, ni colorado. Rojo profundo.
Hay olor a pasto mojado y es que estoy acostado, de cara al cielo, sobre pasto profuso, lleno de agua. Agua fría que la ropa absorbe y mi piel moja.
Hay además otro perfume que se entremezcla en el aire que sofoca. Perfume de animal. Efluvio escatológico. Hedor genital. Esencia láctea.
Y es que hay vacas por todos lados. Vacas ahí, acá, allá y más allá también. Vacas de a muchas, con moscas zumbando monocordes en las regiones anales preferiblemente. Buscando el marrón, fascinadas las moscas.
Vacas de ojos sangre haciendo juego con el cielo. Vacas estúpidas con ojos alucinados en el tiempo. Vacas morosas, bramando incoherentes, idiotizadas. Vacas negras, blancas, grises y marrones mugen desesperación.
Todas así, menos Beverly que me observa mientras me incorporo.
Beverly me mira silenciosa. Perspicaz. Parece saber algo de mí, de todas mis farsas.
Beverly es celeste, platinada, fucsia y verde a la vez. Todos los colores de su cuerpo en constante flujo me subyugan. Y voy.
Beverly, glándulas mamarias preciosas, me dice:
“ Chico ¿Ves todas esas hormigas que caminan en el pasto mojado y hacen una larga fila negra? Todas ellas me generan una certeza. Te explico niño. Responden a una estructura que naturalmente dispone dominadores y dominados. ¿Qué significa esto chico? Me veo tentada a concluir que lo que los hombres llaman historia social es en realidad una historia de la naturaleza. Porque ustedes chico, los seres humanos, también son bestias que mugen desesperación y nunca lo han admitido. ¿No te alcanza con las hormigas chico? Mira chico, también tienes a las abejas. Y sino mírala a Beverly como maneja los hilos aquí. Niño, que me dices de todo esto.”
Tomo un poco de aire viciado que me puebla los pulmones y digo:
“Oye Beverly, eres inteligente. Pero se me hace un tanto reaccionario todo eso que dices. Las hormigas también hacen huelga y otras sin conciencia política deciden dedicarse al ocio. ¿Quieres un ejemplo Beverly? Tú quizás no lo hayas visto nunca porque estás aquí, en este campo de rojo cielo, pero en mi apartamento, plena ciudad, aparece cada tanto alguna hormiga, sola, dando vueltas por ahí. Y te lo aseguro Beverly, hormigas como esa no responden a la estructura natural de la que tú hablas, hormigas como esa desean la libertad y prepara una revolución. Hay abejas que aguijonearían a la reina si pudieran y eso tú lo ignoras Beverly. Sin ánimo de ofenderte, debo decirte que además, tú Beverly, no eres para nada natural, tú estás en mi cabeza Beverly. Oh si, yo soy el niño que te ha dado vida. Y créeme, me duele decírtelo, pero considero que es necesario que lo sepas, oh Beverly”.
Beverly se queda pensativa y me mira mientras observo sus senos y luego dice:
“Chico, eres un idealista, no hay dudas de eso. Pero sabes lo que dices y lo crees y eso es muy bueno, chico. No deseo discutir más contigo, oh, por supuesto que no lo quiero ya. ¿Sabes una cosa chico? Ya que me has creado tú, preferiría que hiciéramos algo mejor con nuestro tiempo”.
Entonces pienso para mis adentros:
“Oh si Beverly, voy a desnudarme y voy a follarte como nunca lo han hecho. Beverly, voy a darte mi amor porque tengo mucho para dar. Quiero revolcarme en la leche de tus ubres Beverly, por supuesto que sí. Aprovecharemos el tiempo, ya lo verás, tu leche se mezclara con la mía, claro que sí”.
Y las vacas idiotas adivinan mis intenciones y empiezan a gritar mientras me quito la ropa. El cielo se hace más rojo aún y parece que todo va a estallar.
Hay olor a sexo, a mierda y a muerte.
Oh Beverly, aguarda a que llegué hasta ti, no te desvanezcas.

Friday, March 09, 2007

Marcos piensa




Y Marcos pensó que las cosas con Violeta habían sido muy breves. Marcos hubiese querido tener una historia que vivir y que contar. Marcos había deseado que Violeta fuera cotidiana en su vida, y pensando en esos asuntos, recordó que alguna vez había sonreído con la idea de poder verla o llamarla cualquier día, con cualquier excusa o motivo. En algún momento había pensado en cosas como esa y en otras también. Pero ese día, mientras viajaba de vuelta a su casa, Marcos pensó que la rutina era cotidiana pero que lo cotidiano no necesariamente tenía que ser rutinario. Después, como para no quedarse con una sola idea, pensó que en última instancia había rutinas que uno desearía tener. Simplemente, pensaba en muchas cosas Marcos y Violeta estaba en todas esas cosas que él pensaba aquel día.
De repente, una gorda dormida se le vino encima, interrumpiéndole los pensamientos. Entonces Marcos se dio cuenta de que seguía en el colectivo y de que no faltaba mucho para bajarse. Cuando pulsó el timbre y el colectivo se detuvo en la parada, pensó en la gorda y recordó que ya la había visto otras veces en la misma línea y también durmiendo. Ahí nomás volvió a pensar en la rutina y se frustró al llegar a la conclusión de que había compartido más horas con la gorda dormida del colectivo que con Violeta.
Empezó a caminar rumbo a su casa y sintió ganas de llorar, pero no lo hizo. Sabía que todo eso no tenía ningún sentido y advirtió el peligro de complacerse con la propia melancolía. Después se le ocurrió que quizás la gorda fuese para él y que se trataba de invitarla a salir a tomar algo por ahí. La idea le produjo una mueca parecida a una sonrisa y supo que todo eso era muy absurdo porque a él no le gustaban las gordas y menos dormidas. Se dijo a sí mismo que de todos modos, la tristeza en algún momento iba a volver, porque es algo que cuando está adentro no se quiere ir. Cosas como estas eran las que pensaba. Entonces Marcos fabuló predicciones y se imagino llorando en sueños o un domingo a la tarde, bien despierto, sentado en el sillón y mirando la tele.
Y antes de llegar a su casa Marcos vio un afiche en la calle: “Viernes 9 de marzo a las 19 horas, el compañero Chávez en Ferro”. Y Marcos supo que iba a ir, pero que primero tenía que comer unas hamburguesas a la plancha porque no daba más de la lija.
Y esta última idea le gustó.