Monday, June 25, 2007

Los ojos

Escribo bajo el influjo de tus ojos. Lo asumo. Lo digo con palabras exageradas, terribles: “Escribo bajo el influjo de tus ojos”. Tus ojos negros.
De ellos guardo un leve tremor entre las luces apagadas y la música y las risas de los otros y mi confusión. Adentro mío los veo de nuevo que me contemplan tus ojos negros en la oscuridad. Hay tus ojos a cada instante. Los hay en la lectura, los hay al abrir la puerta, los hay al decir como le va, los hay al cerrar los propios, los hay en una canción, los hay los ojos que son tuyos y los tengo adentro mío. Y los tengo que matar a los ojos tuyos. Y no me sale. Tus ojos negros no me salen. Se me quedan adentro. Que me habitan tus ojos negros, apenas vacilantes, tengo que asumir.
Y tanta cosa para nada. Y tantos ojos negros tuyos para no.
Y tantas ganas de tus ojos y tu cuerpo para nunca.
Tus ojos. Adentro. Los tuyos, habitandome.
Los míos, tristes, con la noche o con la lluvia, lloran.
Así, de este modo, bajo este influjo.

Cuánto tiempo más.

Sunday, June 03, 2007

Violeta piensa

Violeta corta y vuelve a la lectura. Desnuda en su cama piensa que para cuando llegue Marcos quizás haya conseguido terminar con el primer capítulo del nuevo libro de Bruno. Violeta lee: Los besos al aire, los diálogos imaginados, las lágrimas en el subte y mi pene erecto. Violeta piensa que Bruno escribe muy bien pero que tiene una obsesión con lo sexual, el costado más sucio de lo sexual, que la incomoda y le hace rechazar sus textos. De todos modos Violeta nunca deja de leer a Bruno porque es su amigo y porque algo de todo ese fárrago de miembros y cavidades se le hace divertido; y algunas veces también, un tanto contrariada, se excita, como ahora. Violeta tiene ganas de explorarse pero sabe que en cualquier momento llega su novio y entonces para qué. Marcos hace bien lo que debe, es un fanático de bajar y quedarse.
Violeta se sorprende de poder pensar tantas cosas mientras lee y después piensa que esa característica es propia de la literatura: un mundo de ideas que se abre sin perder el tiempo, con cada palabra leída se aparecen en la mente infinitas imágenes. Violeta piensa que puede escribir algo de esto en clave poética. Le gusta el costado más filosófico de la poesía. La poesía como forma de conocimiento.
Violeta sigue leyendo: Cuando la vi me enamoré de esa especie de pequeños cachetes que se le formaban compactos, carnosos, a causa del jean, apenas mediados por una línea corta. Me dieron ganas de tener su vagina y desde ya que en ese lugar no se podía, pero yo necesitaba conocer esos cachetitos. Violeta se ríe un poco, deja el libro boca abajo sobre la almohada, se incorpora y se mira el pubis rubio en el espejo de la puerta del placard. Intenta ver los cachetes y entiende, pero no le parece una buena comparación. Violeta piensa que tiene un triangulito de queso apuntando hacia abajo y nada más. En un rato entra Marcos por la puerta y lo primero que hace es comerme el queso, piensa.
Violeta se queda con esta última idea. Sale de la habitación, cruza el pasillo y entra en el baño para encender la ducha. Espera a que el agua se caliente. Cada tanto coloca cuidadosamente su mano izquierda bajo el agua para comprobar la temperatura. El vapor va en aumento y empaña tímidamente las paredes del baño. Violeta da un paso y su cuerpo no tarda mucho en mojarse por completo.
Mientras canta una de Charly se enjabona y piensa en Marcos. Marcos milita en una agrupación populista, cercana al gobierno kirchnerista. Violeta no sabe si lo quiere todavía, pero admira su convicción política, la misma que Bruno le niega.
Violeta recuerda la discusión entre Marcos y Bruno, haciendo la cola en la puerta del Gaumont, el mismo día en que conoció a Marcos. Sos de la generación aburrida, la que no vivió la represión, ni las guerras Marcos, perteneces a la mistificación democrática, te falta odio adentro, necesitas que te maten algún compañero o que nos invada alguna potencia, por eso te gustan Kirchner y todos esos progres latinoamericanistas, tu práctica política es esperancista, ingenua, de putito, no entendes nada de socialismo, dijo Bruno aquella vez.
Violeta canta No soy un extraño y desde la ducha le llega el ruido de la puerta que se abre. Unos segundos después, aparece Marcos.
Acabo de llegar le dice él. No sos un extraño le dice ella. Marcos se ríe pero no entiende, sos una loca le dice. ¿Cómo te fue en el acto? le pregunta ella. Muy bien le contesta él. Bañate conmigo le dice ella. Ahí voy le dice él.
Marcos se desnuda nebuloso entre tanto vapor.
Violeta mira, piensa. Ya se imagina todo el sexo que van a tener.