Friday, March 08, 2013

Chávez lector



Chávez habla de sus lecturas. Toma en sus manos un libro y lo eleva, recomienda su abordaje, persuade a millones, se ufana, estremece los sacos y las corbatas del foro internacional. Chávez subraya, vislumbra en un párrafo la idea fuerza que le permite corregir un rumbo, arriesgar novedades. Chávez lector intuye en su biblioteca un consejo, una solución, el descubrimiento de aquello que la patria necesita. Chávez es maestro que aprende. Chávez empuña un fusil porque busca la palabra justa. Chávez odia la ignorancia del amo y le regala un libro para que conozca. Chávez lector, desempolva a Mallea en una jornada de dolor argentino con aviones de fondo que arriban. Chávez con un libro de Noam Chomsky, de Jorge Abelardo Ramos, de Eduardo Galeano, de José Mariátegui, de Iván Metzáros, de Simón Rodríguez, de Carlos Marx, de Antonio Gramsci, de Enrique Dussel, de Vladimir Ilich Ulianov.
Chávez saca de un texto palabras del pasado, las pone en su boca y las hace actuales, las hace futuro. A Chávez se le revela que aquello que andaba faltando se llamaba socialismo.
Todo un pueblo lo llora pero ya no es el mismo desde que este bichito rojo le ha picado.
08-03-13

Wednesday, March 06, 2013

Cuba sigue en el centro del mundo*



por Emiliano Ruiz Díaz
Hay sociedades que por más modestas que puedan resultar en el concierto de las naciones dominantes, con sus respectivas hegemonías bélicas y económicas, siguen dando muestras de su inusitada gravitación política y social. Luego de 54 años de triunfos y adversidades la Revolución Cubana continúa ubicada en el centro de los hechos políticos mundiales. Las reformas económicas y políticas en el sistema socialista, las primeras señales de un recambio generacional en el mando del gobierno revolucionario y el rol clave dentro de los esfuerzos en la integración sudamericana y caribeña (incluyendo en este ítem la asistencia médica al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez Frías), constituyen tres sobradas evidencias de que Cuba, aún con sus cuentas pendientes, sigue siendo un punto neurálgico en el mundo presente y por venir, y que nada de lo que allí sucede es ajeno a los debates políticos internacionales. Menos que menos esquivo a su propia población y a todas las organizaciones sociales del continente americano que desarrollan con sus propios tiempos y especificidades, alternativas de poder popular, transformadoras de lo existente.
Lineamientos de la Política Económica y Social
El pliego de resoluciones votadas en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba llevado a cabo entre el 16 y el 19 de abril de 2011 en el Palacio de Convenciones fue fruto final de una masiva y previa consulta popular que registró las críticas y opiniones de un pueblo que según las estadísticas oficiales modificó en un 68% los puntos inicialmente girados para su discusión.
Los llamados “Lineamientos de la Política Económica y Social” son en buena parte la legalización de una serie de fenómenos ya presentes en la isla por lo menos desde principios de la década del noventa (caída de la URSS, inicio del período especial), cuando el pueblo cubano se vio catapultado a una debacle estructural y el gobierno tomó la decisión de dar cauce a una fuerte explotación del turismo y toda una serie de actividades comerciales en torno a este, como forma de reimpulsar una economía que de un día para el otro perdió sus posibilidades de intercambio hasta entonces establecidas y se vio completamente sometida a los efectos de un bloqueo norteamericano que si bien llevaba décadas, recrudeció no casualmente en este contexto. Las resoluciones de abril de 2011 entonces viabilizaron dentro de la legalidad cubana una lista de reformas a cumplir, entre las más relevantes, aquellas ligadas al cuentapropismo a la par de una reducción de la planta de trabajadores estatales (principal fuente de empleo en el país), permisos de compra-venta de autos y casas, una nueva organización jurisdiccional en ciertas provincias, reparto gratuito de tierras para su usufructo con la finalidad de reimpulsar la agricultura, la limitación de los tiempos de ejercicio en altos cargos políticos y más recientemente la eliminación de ciertas trabas burocráticas, dificultosas para la emigración del país, cuestión de las más sentidas por la propia población.
Mientras en los foros políticos de diverso signo del mundo entero, incluida la izquierda, se debate sobre una supuesta “vuelta al capitalismo en Cuba”, en la cotidianeidad del país, tanto miembros oficiales como pobladores en general se muestran sorprendidos antes estas interpretaciones, no sólo porque muchos de estos cambios no son novedosos, sino porque además la soberanía sobre los principales medios de producción, el gravamen impositivo sobre la actividad privada ( de origen nacional o extranjero),  así como la organización política continúan en manos del gobierno cubano, es decir, de una revolución de carácter socialista que aún con sus dificultades se sostiene en base a un impactante apoyo social. No azarosamente el 1° de mayo del 2012, millones de trabajadores cubanos marcharon por las calles del país con una contundente consigna: “preservar y perfeccionar el socialismo”. Los desafíos de los revolucionarios cubanos pasan actualmente por buscar mecanismos que permitan reanimar una economía sinuosa y reducida en un país del tercer mundo, sin poner en peligro las grandes conquistas sociales del proceso en materia de salud, educación, vivienda, cultura, deporte y autodeterminación nacional que sólo un sistema de inspiración humana y social puede garantizar en pleno.
Recambio generacional en el gobierno socialista
Plenamente vinculados a los citados lineamientos se hallan los recientes resultados en las elecciones efectuadas el 3 de febrero y que culminaron el 24 del mismo mes en la renovación de autoridades del parlamento cubano (Asamblea Nacional del Poder Popular que designó como presidente a Esteban Lazo), así como también del Consejo de Estado y Ministros que reconfirmaron a Raúl Castro como presidente, con la novedad de ser, según lo afirmó el propio mandatario, su último período al frente del gobierno. Esto supone un elemento de enorme impacto político, no sólo por la despedida de los históricos hermanos Castro del máximo puesto de gobierno, sino porque resulta el signo más palpable del inicio de una transición generacional en el mando de los destinos del país. Algunas estadísticas brindadas por el por el propio Raúl en su discurso público del 24 de febrero hablan por sí mismas y arrojan luz sobre la puesta en marcha de una renovación dirigencial ampliamente reclamada por el propio pueblo cubano que apoya a la revolución: “El consejo de Estado elegido en esta sesión de nuestro parlamento es un reflejo de cómo comenzamos a hacer realidad los acuerdos del VI Congreso (…) De sus 31 miembros el 41,9 % son mujeres y el 38,6 % son negros y mestizos. La edad promedio es de 57 años y el 61,3% nació después del triunfo de la Revolución (…). De igual forma, la Asamblea Nacional fue renovada en un 67,26 %, las mujeres elevaron su participación hasta el 48,6% y los negros y mestizos al 37,9%.”.
Producto de este mismo proceso es además la designación como Primer Vicepresidente de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, dirigente reputado del Partido Comunista, portador de 52 años que contrastan en edad con la plana octogenaria cuya insurrección tomó el poder en 1959. Si bien muchos portales periodísticos se mostraron curiosos ante este hecho puntual, la realidad es que el pueblo cubano y en particular la militancia comunista (que en Cuba aglutina millones) hace rato que saben que probablemente, de no mediar ningún imprevisto político, Díaz-Canel será el próximo presidente del gobierno revolucionario y que su designación intenta ser la puesta en marcha de un trasvase generacional mucho más amplio y decisivo. Como sostuvo Raúl el 24 de febrero: “la mayor satisfacción es la tranquilidad y serena confianza que sentimos al ir entregando a las nuevas generaciones la responsabilidad de continuar construyendo el socialismo y con ello asegurar la independencia y la soberanía nacional”.
Cuba nuestroamericana
Cada uno de estos sucesos internos y que generan la atención mundial, son en este sentido indesligables del rol protagónico que el país caribeño vuelve a jugar en materia de integración regional. Algunos elementos nucleares así lo clarifican. Cuba encabeza junto a Venezuela, Bolivia y Ecuador la vanguardia del ALBA (el proyecto de mancomunación continental más radical del presente), ofrece garantías políticas para el diálogo por la paz entre las FARC y el gobierno colombiano, brinda asilo y atención médica de alta calidad al presidente venezolano Hugo Chávez Frías (cuya acongojante muerte es asunto de interés internacional) y recibe el 28 de enero en Santiago de Chile la presidencia temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Este último hecho vuelve a colocar a la Revolución en el centro, ya que luego de décadas de exclusión del país de los foros internacionales (impulsada por los Estados Unidos y potencias afines), vuelve a ser reconocido en su derecho a la autodeterminación por países hermanos, de la propia región, sin injerencias directas de un imperio que mantiene políticas propias de los tiempos de la guerra fría. El gobierno revolucionario aprovecha la ocasión no sólo para impulsar desde la diversa CELAC una “visión común de la Patria Grande latinoamericana y caribeña que solo se debe a sus pueblos”, sino que además pondrá todas sus fuerzas en recobrar un reconocimiento internacional que le permita de cara al 2014 (cuando le toque presidir la próxima cumbre) denunciar el bloqueo imperialista y la causa de los cinco patriotas cubanos encarcelados en Miami, entre algunas de sus principales cuestiones.
Desafíos próximos de la revolución
La centralidad de Cuba en los debates contemporáneos de Nuestra América y un mundo capitalista herido por una fuerte crisis económica, proporciona nuevos bríos a la Revolución para impulsar con mejores herramientas sus principales batallas, superar aislamientos impuestos, pero también para continuar en la senda de un socialismo que sostiene grandes conquistas sociales, no exentas de viejos resabios de cerrazón y múltiples errores que deben ser subsanados, sobre todo de cara a las nuevas generaciones de jóvenes cubanos que nacieron en las últimas décadas, en medio de sacrificios y esfuerzos muchas veces muy costosos. La transición generacional y las reformas tienen el desafío de ampliar la participación democrática en los rumbos nacionales, el debate y la crítica constructiva como forma de avanzar en el sueño de un país humano y solidario. El mismo sueño que hace 54 años iniciaron Camilo, el Che, Raúl y Fidel entre tantos otros y que hoy más que nunca exige ser continuado, por y para los cubanos. Y luego, por supuesto, para todos los que queremos el cambio social en el mundo entero y tenemos en Cuba un faro que nos proporciona fuerzas para poder hacerlo

05.03.13
*Escrito para el número 2 de Marea