Wednesday, December 13, 2006

El lugar que crece más rápido




En el sector izquierdo, hacia el fondo del patio, ruidea constante la máquina y de a poco comienzan a imponerse los efluvios del verde joven. La mutilación del creciente yuyal desprende lo que Fulvio interpreta como olor a naturaleza. La máquina, obsoleta, hace su trabajo con lenta eficacia al permitir que el espacio de altos pastos desaparezca y todo el jardín se nivele. Cuando pasan unos cuantos minutos, Fulvio apaga momentáneamente la máquina para que no se recaliente el antiguo motor. El silencio del artefacto cede primer lugar a las chicharras que no quieren un mediodía impasible. Ruido natural hacen. Fulvio las busca con la mirada en el limonero y no las ve, pero sabe que ahí están. Si provienen del árbol los chicharreos, entonces las chicharras tienen que estar entre los limones. José subía sigiloso y las tomaba entre sus manos. Después las ataba a un largo pedazo de hilo cortado previamente. Pasaba horas utilizándolas como si fueran avioncitos o barriletes hasta que se morían del cansancio. El día que una logre cortar el hilo dejo de hacerlo, decía José.
La gota de sudor le recorre la nariz y se le disuelve en los labios. Siente un efímero sabor a sal. Fulvio vuelve a encender la máquina para darle un último retoque al sector. Una segunda mano. Enseguida pega un grito: las cuchillas de la cortadora dan con una piedra que sale disparada con la suficiente velocidad como para abrirle un pequeño tajo en la canilla derecha. El dolor es menos que la impresión. Fulvio se pone de cuclillas para observar la sangre que emana de la herida. En minutos, de la lastimadura hacia abajo, el cuerpo se le pone rojo oscuro. Fulvio ve la sangre que chorrea y a la vez escucha el traqueteo monótono de la máquina encendida. Rojo y verde es el mínimo paisaje del patio. Había querido mirar por la ventana y de contramano se le vino encima uno que transportaba fardos de pasto. Se le enganchó la capucha en el espejo retrovisor y su menudo cuerpo salió disparado de la camioneta. Quedó tirado en la ruta y un auto que venía detrás lo pasó por encima. Le reventó la cabeza y no hubo más por hacer. El camión frenó brusco y unos cuantos fardos se dispersaron en la zona.
Fulvio abandona las cosas, cruza el patio dejando una serie de huellas sanguíneas y entra en la casa:
- Tráeme algo que me corté – le dice a Elvira que se encuentra recostada en un sillón.
- ¿Dónde?
- Vos trae – contesta parco.
Elvira se dirige presurosa al baño y vuelve con lo necesario. Ve por primera vez la herida y se desespera. Aplica alcohol sobre una gaza que luego coloca en la superficie del tajo. Fulvio no puede evitar un alarido más intenso que el anterior, en el momento de cortarse. El ardor, signo de curación, se le hace insoportable y los ojos le lloran. De a ratos, Elvira le sopla en la canilla como un modo de alivianarle el necesario tormento.
- Qué hacías – le pregunta Elvira.
- ¿No escuchabas?
- Estaba durmiendo la siesta cuando entraste.
- Podaba el pasto del lugar que crece más rápido.
- Habíamos dicho que lo dejábamos así.
- No lo toleraba
- Pero...
- Había que cortarlo.
Elvira lo venda en la canilla y una mancha roja no tarda en dibujarse sobre la tela blanca. Fulvio la deja para salir de la casa y vuelve al patio, rengueando. Del bolsillo de la camisa saca un cigarrillo y lo enciende. Sigue la línea trazada por sus frescas huellas que lo devuelven al sector recién podado. Siente olor a quemado. La máquina que sigue ahí, acaba de fundirse. Se entremezcla el humo del puro con el que sale de la podadora. Fulvio observa como las volutas se dirigen hacia el cielo a la vez que se difuminan. Llevo toda una vida trabajando en esto y le puedo asegurar que son pocos los que se animan a presenciar el momento. No cualquiera puede aguantar la visión y mucho menos el olor, dijo el viejo.
Fulvio escucha que Elvira lo llama desde la casa.
Antes de responder al llamado, piensa que a pesar de todo, quizás sea necesario algo que avise sobre el lugar que crece más rápido.

8 Comments:

Blogger Guillote said...

Muy bien, Ruiz. Pero trate de no hacernos esperar 20 días para volver a leer otra joyita suya.

Cambie el nombre de José por Mauricio...

7:31 PM  
Anonymous Anonymous said...

ruidean??
Ruido natural hacen??

apa sera ese el vestigio de ADB??

IK

3:57 AM  
Blogger Guevara said...

Resulta interesante. Lo que me parece excesivo , es la repetición de la frase ¨ el lugar que crece más rápido¨ en el título, en el medio del relato y al final. Tal vez un poco más de sutileza y dejar sólo esa frase en el final le darían un toque que colabora a la tensión total del cuento. Igual me gusta mucho.

10:15 AM  
Blogger Emiliano Ruiz Díaz said...

Cervini:
gracias por la critica, me parece muy acertada. Un verdadero hombre de letras usted.

2:45 PM  
Blogger Jugus said...

En que consiste esto? Me la doy de escritor y me la doy de crítico? Lean, disfruten y no rompan las pelotas ustedes dos.
Dije!

6:28 PM  
Anonymous Anonymous said...

jajajajajaj jugus mala onda! dejelos disfrutarse entre si en la locura del fatum inexorabile de la literatura!
le soy sincera emirs, no le lei...muy largo y ando muy okupa, pero no faltara oportunidad ;)

8:28 AM  
Anonymous Anonymous said...

a mi bozo le pasa lo mesmo. crece mas rapido.

3:49 PM  
Blogger Emiliano Ruiz Díaz said...

Muchas gracias a Tortuga Maya por la foto cedida.

3:33 PM  

Post a Comment

<< Home