Thursday, November 09, 2006

Victoria y la última frase



"...y lo dejé todo por esta soledad..."
García / Spinetta

Escribía líneas cortas en la libreta para resumir algún momento. Cada una de ellas aseguraba la permanencia de situaciones a las que cada tanto necesitaba volver. Lo hice muy seguido durante mucho tiempo hasta que una vez me aburrí. Guardé la libreta en un baúl lleno de otras cosas no menos estúpidas y me dediqué a olvidar los días que antes tanto deseaba recordar.
Cuando conocí a Victoria empezamos a contarnos nuestras vidas. Al principio ella escuchaba con atención lo que yo decía y transcurrían fluidas nuestras horas. Después eso comenzó a cambiar. Me parecía que Victoria no me tragaba del todo. Los silencios incómodos desafiaban nuestra temprana relación y el miedo a que todo finalizara me tenía muy nervioso. A las cosas las sospechaba finitas y la angustia era una compañía inevitable.
No sé muy bien cómo se dio, pero una tarde saqué la libreta de su calma, la guarde en la mochila y pasé a buscar a Victoria por la casa. Sentados en el banco de un parque le leí una frase, la primera, en voz alta: Nos atrincheramos en el verde del patio y los monstruos se fueron acercando. Ella sonrió y fue la tranquilidad de haberla recuperado. Aquella lectura había actuado de prodigio. No importaba lo que hiciéramos, bastaba con que leyéramos una línea de la libreta para que se justificara cada encuentro. Una por vez. Victoria preguntaba sobre el sentido de mis palabras y arriesgaba interpretaciones. Yo le contaba un poco lo que había querido expresar y me sentía en el cielo. Ella iba memorizando las frases y las relacionaba adivinando las significaciones posibles, algunas, debo decir, inimaginadas por mí pero sencillas e ingeniosas. Nunca llegué a saber demasiado sobre el mundo interior de Victoria, pero estoy seguro de que esos días se manifestaba distinta y me dejaba ver más de lo acostumbrado. Cada frase de la libreta descansaba en Victoria, lo cual me hacía feliz. Aquellos fueron los mejores ratos que obtuve de ella.
Pasado un tiempo volvió la intranquilidad. Me perseguía el inevitable hecho de que tarde o temprano las frases se iban a terminar. A veces soñaba que Victoria me mostraba acusadora una hoja en blanco y yo me largaba a llorar como un idiota. Otras veces me negaba su sexo.
De cualquier modo, nos seguíamos viendo y ella parecía estar cada vez mejor conmigo. Me llamaba varias veces en un mismo día, incluso solo para decirme que me quería mucho. Yo no podía soportar la presión. Me sentía un farsante, un producto descartable que pronto sería arrojado a la basura. No era capaz de pensar en otra cosa que no fuera la última frase. Inexorable, sin que ella lo supiera, llegó la noche en que leí la última anotación de la libreta. Me dijo que le encantaba y nos fuimos a la cama directamente. Pensé que iba a ser la última vez y me apliqué por entero a su cuerpo.
Los días siguientes, aplacé varias salidas con excusas tontas que Victoria parecía creer sin chistar. Eran soluciones de paso. Tenía muy en claro que no podía seguir así. Era costumbre encontrarnos casi todos los días de la semana y ya llevábamos unos seis, sólo hablando por teléfono. A esa altura las prorrogas no daban para más y arreglé que nos juntábamos el domingo a la tarde en el mismo parque de la primera vez.
Llegué mas temprano que ella, dispuesto a confesarle la verdad acerca de las frases. Sin embargo, cuando a la distancia la vi llegar garabatee rápido unas palabras en la libreta. Se sentó sobre mis piernas para ponerme al tanto de cosas que no recuerdo porque no las escuché. Estaba dedicado a esperar el indefectible instante ideal para la lectura, instante que siempre arribaba en los momentos en que los besos y las palabras se tomaban un descanso. Aquella tarde no fue la excepción y el silencio, condición indispensable, se hizo presente. Nos miramos, junté aire y leí: El viento, ya tarde, sopla sobre una casa derrumbada. Victoria opinó que era por mucho mi mejor frase y me besó. Un beso largo. En ese instante aparecieron en mi cabeza las siguientes tonterías que yo iba a escribir en el futuro.
Unos meses después arrojé la libreta en un mingitorio y dejé a Victoria.

7 Comments:

Blogger Guillote said...

Esto es sencillamente ESTUPENDO. Estoy ante la duda de aconsejarle seguir por esta línea, o dejar este posteo como un faro solitario que ilumine nuestras lecturas. Señor Ruiz Díaz, debo decirle que su talento no tiene techo. Muchas gracias

5:13 PM  
Anonymous Anonymous said...

...ni tiene suelo. emi, mis puntos, mis colores, y mis lineas desean deshacerse de los techos y los suelos para corresponderte. ya ire a ti, cuando piense que me acerco a esa atmosfera.

3:37 PM  
Anonymous Anonymous said...

muy bueno emi es de lo mejor que lei tuyo, me parece sencillo, verdadero. me parece bien armado, es lindo.
esta bueno porque es justa la medida de la historia aunque quiza explicaria menos algunas partes, y lo de las frases
le da un toque interesante, como de misterio.
lamento no tengo palos porque me gusto mucho!!!

3:38 PM  
Anonymous Anonymous said...

Aemis, me encantó!!! Genial la descripción interna dle tipo, genial el epígrafe y, sobre todo, genial el final!!!
A ver cómo superás esto!!!
Y que los eunucos bufen!!!

4:08 PM  
Anonymous Anonymous said...

llegó el momento de tirar flores...

Viva Emi!

Viva Duchamp!

Viva Perón, carajo!

...ojala que siempre bailemos a ritmo.... jajajaj!

4:48 PM  
Blogger Lady V said...

Estem....que decirle? Me atrapo de manera increible, mas que nada porque Victoria es un nombre recurrente en mí..vaya a saber por que!....ademas me sentia ahi... En finis, sencillamete me encantó. Pero...emmm....el final como que me dejo asi...sola con las letras..a la mierda el mundo y las frases..no se....me falto algo.
Spero que no se me noje, lo digo respetuosisisisismamente!
Besines.

2:51 PM  
Anonymous Anonymous said...

Esta historia me recordo por momentos a Rayuela; el muchacho no parece estar muy seguro de nada y su relación con Viviana tiene un sabor adolescente.
Sòlo me los imagino más jóvenes que a La Maga y a Oliveira.
Me gustò lo de ´el silencio, condición indispensable´ o algo así y el nombre de la jovencita.
Muchos paraguas para todos en esta tarde grrrrris.
Irmita.

1:43 PM  

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