La criatura
Me senté en un sillón
polvoriento para descansar el cuerpo. Al ver mi gesto de sorpresa la señora
que limpiaba el caserón me explicó que los gritos provenían del piso de arriba donde
solía pasar sus días la criatura. La miré inquieto y acepté beber un vaso de
agua. Cuando la señora se fue a la cocina aproveché para recorrer el vestíbulo
y observar con mayor detenimiento la biblioteca, los muebles y algunas pinturas
antiguas que colgaban de las paredes. La luz era muy tenue y tenía que
acercarme a los distintos objetos para poder verlos nítidamente. Me llamó la
atención la seriedad de los rostros de aquella familia desaparecida, parecían
haberse retratado con muy pocas ganas, casi por obligación de clase, sin que el
autor de la obra hubiera intentado siquiera disimular levemente el disgusto que
evidenciaban en esa situación. En el lado derecho de la pintura, recostado
sobre un moisés revestido de fino tul había un recién nacido completamente
deforme, de cuerpo pequeño y cabeza gigante, con ojos que sobresalían de sus
cuencas con una desmesura aterradora. Esa es la criatura me dijo la señora, lo
está esperando arriba, no le gusta venir a esta parte de la casa agregó
mientras me tendía la mano izquierda para ofrecerme el vaso de agua. Bebí
lentamente el líquido, tratando de demorar el tiempo. Le pregunté entonces a la
señora que era lo que él quería exactamente y me respondió que ella no sabía,
que solo se había limitado a poner el anuncio en los diarios como tantas otras
veces la criatura le había pedido. Apoyé el vaso sobre uno de los muebles y
comencé a subir por la escalera. Gritaba rabioso. A medida que me acercaba al primer
piso lo escuchaba con mayor precisión. Me encomendé a los deseos de ese aristocrático fenómeno. Las deudas me apremiaban y estaba dispuesto a complacer sus deseos por un poco de dignidad monetaria, aunque, a decir verdad, no
estaba del todo informado de cuan hambriento se encontraba, en el anuncio no era muy claro al respecto.
25-07-12
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