El negro Coria
Es de madrugada, el negro
Coria está en el dormitorio y el tipo que se metió de prepo en su departamento
lo busca, tiene una faca en su mano, se lo nota fuera de sí, quiere ajustar
cuentas, lo acusa al negro Coria de haberle birlado la mujer en repetidas
oportunidades. Se acerca a uno de los borrachines que todavía quedan en el
lugar después de haber pasado el momento más intenso de la noche. Se bailó, se
gritó, se fumó, se bebió. Muy nervioso lo veo preguntar otra vez por Coria y el
borrachín con un vaso de cerveza en la mano apenas le puede rumiar por
respuesta algo inentendible. El tipo lo ensarta en el estómago, el borrachín se
desploma sobre colillas, botellas y paquetes semi vacíos de papitas que hay por
todas partes en la cocina. La sangre se le escapa y se confunde con los
charcos de alcohol y agua sucia del suelo. Voy corriendo para avisarle al negro
Coria, en el camino me cruzo con gente durmiendo despatarrada en los sillones,
gente que no conozco pero que hasta hace un rato me abrazaba y se movía al
ritmo de la música y el fernet. Entro a la habitación del negro Coria y le
aviso, se agarra la cabeza, ni Eva Perón nos salva de esta me dice y me señala
el poster de esa mujer en la pared de su cuarto. El negro saca un chumbo del cajón
de la cómoda. El tipo, el vengador, pelado y un poco gordo, se asoma a la puerta.
Al negro Coria se le cae el arma. Antes de acuchillarlo el tipo pone los dedos
en victoria. Todo parece indicar que el que sigue soy yo.
17-07-12
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