Monday, February 19, 2007

Quilpo


El agua es transparente, deja que se vea todo. Como si no estuviera, pero está.
Metés el pie y la sentís. La ves que choca suave contra las piedras, las moja y les matiza el color. Le escuchas, casi que no, el rumor, a veces, cuando apenas exhala una brisa que proviene de algún lado. La pensas como un espejo porque, efectivamente, refleja el cielo. Y así contemplas en el agua al cielo que tiene algunas nubes que no lo tapan al sol, porque el sol en enero se hace más poderoso, se sabe.
El agua está caliente, el sol le da el calor necesario para que esté así como está, caliente. El sol está tan lejos del agua, el agua está tan lejos del sol y sin embargo confluyen. Por eso digo que permite visualizar la totalidad. Podés ver lo que contiene, lo que cubre y lo que existe por encima de ella que se ve en la superficie y todo eso sin obturarte la visión de lo que contiene o lo que cubre. La transparencia te seduce con decir que es como si no estuviera y en realidad es todo lo contrario: el agua está ahí, conformando un río que se acomoda y transcurre en un continuado declive del terreno, el agua está, cuando la sentís, más que cualquier otra cosa, más que nada o que todo.
Cuando sumergís el cuerpo no te pasa del pecho y la vas removiendo, te hace ondas alrededor que se originan para enseguida interrumpirse, nacen y mueren al toque, salvo que te quedes quieto. Si lo dejas al cuerpo inmóvil entonces ahí si que tenés posibilidad de observar el proceso completo. Las ondas se expanden hasta desaparecer en la superficie que vuelve a ser completamente llana o casi. Es cuestión de quedarse así, parado, respirando a conciencia y esperando a que los pececitos se te acerquen al principio cautos y al rato confianzudos para succionarte la piel. Los mirás y parecen mojarras, son como grisáceos, con una línea negra que los recorre por arriba, de la cabeza a la cola. Lo que te hacen con sus pequeñas bocas es ínfimo, pero son tantos los pececitos que se siente en aumento el cosquilleo. Porque aparte es así, si la dejas estática a la parte del cuerpo sumergida en el agua, no paran de llegar y cuando llegan te hacen unas ventosas de a miles que te dan como cosa. Apenas te movés salen disparados porque perciben amenaza. A los peces les chupa un huevo quedar como cagones, si presienten algo malo salen despavoridos y está bien porque a la muerte no la quiere nadie. Ni su madre.
Chapoteas, nadas y casi que no vale la pena porque la corriente te va llevando a ritmo parsimonioso y es como pedalear en bajada, al pedo, porque para que vas a nadar si el agua del río mismo te traslada el cuerpo desnudo. Entonces cerrás los ojos, un poco por voluntad propia, un poco por el calor, un poco por la hora y te entregas a los caprichos del río. Flotas como una balsa de carne a la deriva e imaginas que visto desde afuera, así, tan pacífico en el agua, estás desnudo y estás hermoso. El agua te arrastra, te cobija y te pensas tan hermoso que derramas un poco de semen en agradecimiento. La sustancia blanquecina se hace más espesa al entrar en contacto con la tibia temperatura del agua y lo que sigue no lo podés comprobar, pero te gusta la idea del viboreo espermico, solitario en el río. De repente te reís al imaginar un pez atrapado en la masa pegajosa que hace un instante te salió del cuerpo. En una de esas traga y le gusta o por ahí se muere ahogado del lechazo. Y seguís elucubrando con los ojos cerrados y el agua te sigue llevando.
Cada tanto mirás un poco y tenes a tú alrededor, a lo sumo, cuatro cosas: el agua, el sol, el pasto y los cerros que todavía no hacen sombra. El tiempo deviene y sospechas que quizás no falta mucho para que esté de penumbras el río y todo lo demás. Entonces contradecís la persistente fuerza de la corriente y nadas hasta la orilla. Salís del agua, lento, mientras los pies se te hunden en el barro negro que después se te va a secar y te va a quedar pegado.
Llegas al verde y te recostas. Las gotas que te caen del cuerpo son absorbidas por la tierra, sólo unas pocas permanecen indemnes sobre el pasto.
A la espalda la tenes sucia y no podes verte la tierra pero la sentís.
Mientras el sol te quema la frente, te agarra hambre.
Tarareas una canción de Spinetta y se te ocurre pensar que el río tiene sus peces y el esperma sus espermatozoides.
No te falta mucho para olvidar que fuiste feliz, ahí en el Quilpo.

9 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Era Enero del 2004. Tenia mi peluca bien puesta y el rouge impecable. Estaba de vacaciones y mis guiones desopilantes aguardaban hasta Marzo, que es cuando empezamos con la idea de `Una noche en Carlos Paz`. Recuerdo q entre a un restobar al estilo San Marcos y el mozo, muy apuesto por cierto, me reconocio y sorprendido exclamo: `¿Irma, tan impecable como siempre, por q no te sacas la peluca y subis al Cerro de La Cruz, asi te inspiras para escribir alguna de tus boludeces?`. Me sonroje y sali del bar abuchada. Ya habia subido al cerro, era hora de conocer el Quilpo.
Luego de caminar algunos pasos, divise dos caras conocidas, esas chiquitas habian ido a ver la grabacion de Todo X$2. Si, eran Julieta Vera y Laura Genta, estaban relajadas. Me acerque y nos saludamos. Decidi quedarme con ellas a pasar la tarde. Estuvimos juntas hora, tomamos una(s) cerveza(s), nos reimos y como dice el señor Emiliano, nosotras tambien fuimos felices.
Me olvide del Quilpo y al otro dia mi destino era Cordoba Capital. No fui al rio y me quede con las ganas.
Gracias por tan verosimil descripcion Emilio, ahora me siento un poquito como si hubiera estado ahi.
Besos! Irma Jusid

9:19 PM  
Anonymous Anonymous said...

Venía concentrada siguiendo el hilo de la lectura... Me gustaba... Íba bárbaro... Y de repente, el olvido de la felicidad!
Por qué tiene un final triste?
El público quiere reir!
ufa!

7:27 AM  
Anonymous Anonymous said...

A ver, Pepi: Aconcagua, río Quilpo... ¿dónde más vertió su líquida humanidad?

1:24 PM  
Anonymous Anonymous said...

Irma: fantastica tu vuelta.

M: este blog es taaan triste...

Brunori: ¿quien le dio permiso para revelar lo del Aconcagua ?

4:08 PM  
Anonymous Anonymous said...

emi, no dejes de vertirte. no hay como manifestarse de ese modo. el rio con sus peces. el semen con sus espermatozoides. el rio con su semen ¿¡Dios, por que no soy hombre!?

estoy mejor y peor. deberia contarle a alguien.

4:44 PM  
Blogger Guevara said...

He visto su cuento y me ha emocionado. Decidí escribir inspirado en el suyo algo semejante: un río , un semen evaporandose,pero en mi caso el hombre esta ausente y una hembra ocupa el lugar de privilegio, Un saludo y deje de escribir palabras tan horribles como ¨todo ¨ y ¨nada¨

1:56 PM  
Anonymous Anonymous said...

Emilianov de mio cuore:
Me agarró un ataque de romanticismo... cuándo vuelven los folletines semanales?
Como que los extraño...

2:52 PM  
Blogger Emiliano Ruiz Díaz said...

M: la idea me ronda hace tiempo. Pero no se me viene nada.
Cuando así sea...

4:00 PM  
Anonymous Anonymous said...

gratos e ingratos recuerdos me trae "quilpo"...=P...pero me alegró tu descripcion de los pecesitos!!! que lindo, es re asi!! los amo!!!

10:23 PM  

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