Una geometría oscura
Desde
esta terraza la ciudad parece una geometría oscura. Las zonas iluminadas por
algunas lámparas públicas ofrecen cada tanto el confuso espectáculo de los
cuerpos estúpidos de las bestias buscando la carne viva, enclaustrada o
resguardada en las alturas panorámicas, en este último caso, como la mía. Hay
que moverse de un lado a otro. Cada espacio nuevo dura poco y es posible que
tenga que saltar hacia otra terraza, aunque no resulta seguro que vaya a
lograrlo, hay probabilidades de caer en el vacío. No tengo miedo, tengo
ansiedad, vértigo, nulo tiempo para pensar en el mediano plazo. Todo se decide
en un puro y carcelario presente, el de sobrevivir solitario en una Buenos
Aires asediada por las bestias. Nadie sabe como ocurrió esto, solo se sabe que
en la noche hay que hacerse de un refugio. Y un refugio es cualquier cosa. Categóricamente
cualquier cosa: un locutorio, una iglesia, una habitación tapiada, una terraza.
19-09-13
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