Tuesday, November 01, 2011

¿Un paso más en la batalla?

Sobre el último libro de Beatriz Sarlo en torno al kirchnerismo




Por Emiliano Ruiz Díaz




En la tapa se puede observar un stencil de Néstor Kirchner apuntando con su dedo al horizonte, como dando una orden, impartiendo los lineamientos a seguir. Sin obviar por nuestra parte la relevancia que los liderazgos y los atributos personales suponen en la dirección política estructural, no es menos cierto que tanto este dibujo como el título del último libro de Beatriz Sarlo La audacia y el cálculo: Kirchner 2003-2010 (Sudamericana), nos coloca ante una interpretación liberal de los hechos políticos y culturales de los últimos años en la Argentina. Se trata de dar centralidad a una explicación que nos viene a decir que fundamentalmente hemos asistido a la manipulación y a la individualidad atrevida de un hombre que se ha alzado por encima, no ya de las masas o el pueblo, sino de las garantías de una institucionalidad parlamentaria despreciada y relegada. Si bien el libro intentará luego dar cuenta de la trama simbólico-cultural más profunda que subyace al fenómeno kirchnerista, y por más que incluso este sea su principal motivo, la elección de este título que habla de “audacias” y “cálculos”, empieza por contradecir o al menos neutralizar la propia dimensión analítica que lo sustenta, aquellos estudios de la relación entre sociedad y cultura que Beatriz Sarlo ha trabajado con tanta precisión e inteligencia en algunas de sus mejores publicaciones y que aquí vuelve a ensayar.


A diferencia de obras anteriores, este texto de Sarlo se enmarca visiblemente en una serie de títulos lanzados al mercado editorial y que comparten como rasgo común el abordaje de la temática kirchnerista, sea a favor o en contra, bien en el filo de la coyuntura, ahí en los reverberos posteriores al fallecimiento del líder del movimiento. Si bien en el prólogo la autora intenta despegarse de ciertas figuras, es evidente que esta obra forma parte de lo que podríamos llamar el universo de publicaciones inmediatas que abordan al kirchnerismo desde una matriz opositora, textualidades en el hueso de la polémica hiperactual y que, quiéralo ella o no, alinean a Sarlo en la palestra de personalidades tan diversas como Luis Majul, Marcos Aguinis, Nelson Castro, Eduardo Tenembaum o más recientemente el trotskista Cristian Castillo. Es un libro que antes que nada, incluso antes que sus propios contenidos y postulaciones, viene a cumplir determinadas funciones en el mercado editorial y la coyuntura político-cultural argentina, y por eso resulta tan significativo detenerse en los primeros signos que nos arrojan su título y la ilustración que lleva en la tapa. Lejos esta de ser algo casual o azaroso


Aún con todo esto, La audacia y el cálculo…no puede reducirse a un brulote de circunstancia por más que cumpla con algunos de sus rasgos. Sarlo despliega en su libro un interesante análisis acerca de la emergencia y el protagonismo de nuevos formatos comunicativos en lo que ella denomina como el amplio campo de la “batalla cultural”. De este modo coloca la lupa sobre facebook, twitter, blogs y todas las plataformas tecnológicas que se imbrican en la cotidianidad política de nuestro tiempo. Un análisis que todavía no se ha realizado con la atención y profundidad que se merece y que en el libro se trata con buen tino. A su vez, Sarlo se embarca en una crítica implacable hacia los formatos muchas veces acelerados y simplificantes de medios como la televisión y la adaptación de la clase política a estas reglas del marketing que se vieron con tanta claridad en las elecciones de 2009 en el programa de Tinelli. Sin embargo, esta observación tan cierta luego pasa a ser motivo de comparación con los modos de dominación del “populismo” y da a entender que solo ciertas elites minoritarias gozarían de un entendimiento político-cultural significativo y que el resto de la población sería una mera receptora de consignas, completamente despojada de conciencia crítica. Una afirmación que parece ser contradicha por un momento histórico de politización para grandes capas de una sociedad argentina que conmovió los cimientos del sistema en diciembre de 2001 y asistió a fuertes movilizaciones y debates desde aquel tiempo a esta parte, por dentro del kirchnerismo pero también por fuera.


Desde su especificidad intelectual Sarlo se detiene en el rol ejercido por los integrantes de Carta Abierta y programas como 678, a los cuales explica como partes diferentes pero complementarias en la centralidad de la “batalla cultural” desplegada por el oficialismo desde el conflicto agrario que se llevó buena parte de 2008. A los primeros les asigna acertadamente el mote de “brigada simbólica” (aunque no les reconoce mérito en recobrar el debate intelectual para los primeros planos) y respecto de los segundos desarrolla una crítica a sus esquematizaciones oficialistas, muchas veces cerca de repetir aquello mismo que dicen combatir, y a las formas en que recortan la realidad según conveniencias. Cada una de estas apreciaciones son acertadas pero aparecen enunciadas desde el universo del republicanismo abstracto, desde la defensa implícita de los grupos económicos que dominan los medios masivos de comunicación y a los cuales a lo sumo se les achaca cuestiones estilísticas. Ni hablar de pasajes enteros donde todo lo que Sarlo tiene para señalar es la vestimenta de la actual presidenta, mostrar admiración por Elisa Carrió, no responsabilizar a Eduardo Duhalde por los asesinatos de Kosteki y Santillán o donde se evidencia el menemismo de Néstor Kirchner durante los años noventa, no para cuestionar su complicidad con el neo-liberalismo, sino para únicamente enfocar una contradicción en si misma.


A excepción quizás de algunos pasajes mencionados y de una concreta denuncia de la relación del ejecutivo con los sectores sindicales defensores de la tercerización laboral que asesinaron a Mariano Ferreyra (algo que algunos intelectuales oficialistas suelen desconocer), la caracterización del kirchnerismo que se despliega en La audacia y el cálculo…no apunta jamás a polemizar con sus principales contradicciones y las grandes deudas sociales pendientes de ser saldadas. En simultáneo, si bien el libro logra desbrozar y entender la importancia de los avances del kirchnerismo en materia de dispositivos simbólico-comunicativos en pos de generar una propia hegemonía política y social, no consigue explicar el fenómeno en toda su heterogénea complejidad y repite viejas fórmulas que interpretan enteros períodos históricos a partir de las volteretas astutas de una personalidad excepcional. Lejos de grandes textos de la exégesis nacional-cultural de antaño como Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, el último libro de Beatriz Sarlo puede llevarnos a reflexionar en torno a cuáles son los sectores políticos que hoy se hayan en condiciones de abordar la tarea de librar una batalla cultural, y por ende también política, que ponga de relieve una serie de conceptualidades alternativas y superadoras al posibilismo kirchnerista y permita dar pasos firmes en el fragor de la misma. Evidentemente la reciente y aplastante derrota a nivel nacional de las opciones más corridas hacia el liberal-conservadurismo obtiene su correlato en las esferas de una organicidad intelectual incapaz de hacer de pernear sus ideas en el ánimo social común y general, aún con la ayuda de grandes plataformas comunicativas de diverso tipo. Con particular énfasis, luego del 54% en las presidenciales, pareciera estar del lado de las nuevas generaciones intelectuales, artísticas y políticas que se plantean transformaciones profundas, la tarea de dar una disputa por las ideas que servirán de usina para acercarnos a un modelo de país igualitario, justo y soberano.


1/11/11

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